"Que no ganara el Oporto entraba en el terreno de lo esotérico. El Atlético acabó desesperado, volcado el ataque y persiguiendo una victoria imposible, que no mereció, ni en Madrid ni en Oporto, lastrado por su falta de imaginación y por un rival que toda la eliminatoria fue insultantemente superior. Y que le dejó donde merece: en la calle". El País
quinta-feira, 12 de março de 2009
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